Cuando sonó la última campana, la universitaria salió corriendo de su salón de clases con entusiasmo, con el corazón latiendo con anticipación. Sabía exactamente hacia dónde se dirigía: el apartamento de su novio, donde anhelaba algo serio.
Cuando entró al apartamento, pudo sentir sus ojos en cada uno de sus movimientos. Ella sabía que él ya estaba duro, y eso hizo que su coño hormigueara de excitación. Sin decir una palabra, se quitó la ropa y la arrojó a un lado, dejando al descubierto su cuerpo perfecto.
Los ojos de su novio se abrieron cuando la vio. Ella era una visión de la perfección, con sus piernas largas y delgadas, sus tetas turgentes y un culo apretado y tonificado que pedía ser follado.
Sin perder tiempo, la acercó y presionó sus labios contra los de ella en un beso ardiente. Sus manos recorrieron su cuerpo, acariciando sus curvas y provocando escalofríos por su columna.
Ella gimió en su boca y sus manos alcanzaron su polla. Ya estaba duro como una roca y podía sentir las venas latiendo bajo sus dedos. Envolvió su mano alrededor de él, acariciándolo lentamente, saboreando la sensación de su espesor en su mano.
Él gimió y sus manos se deslizaron por su cuerpo para acariciar su trasero. La levantó y la llevó al dormitorio, donde la acostó en la cama.
Sin decir una palabra, tomó una botella de lubricante y le lamió el culo, haciéndola gemir de placer. Sabía lo que vendría después y no podía esperar.
