Colegiala no podía creer lo que estaba haciendo. Tomando la posición de un perro, se tumbó en la mesa, con el culo levantado en el aire, esperando que su profesor la castigara y la follara. Siempre había sido una buena estudiante, pero últimamente sus notas habían bajado. Su profesor se había dado cuenta y se había ofrecido a ayudarla a mejorar. Pero había trampa. Quería disciplinarla, darle una lección. Y esa lección implicaría que la castigaran y la follaran allí mismo, sobre la mesa.
Su profesor se acercó a ella, con los ojos fijos en su trasero. Podía ver lo mojada que estaba, cómo su coño rogaba por su polla. Pasó los dedos por sus suaves y redondas mejillas y ella gimió cuando él las apretó.
«Eres una chica mala, ¿no?» susurró, su voz baja y seductora.
Colegiala asintió, incapaz de hablar. Estaba demasiado atrapada en el momento, demasiado perdida en el deseo que la consumía.
Le dio una palmada en el culo con fuerza y ella gritó, su cuerpo temblaba de placer. Continuó azotándola, una y otra vez, hasta que su trasero estuvo rojo y en carne viva.
Luego, empujó su polla dentro de su coño y ella gimió cuando él comenzó a follarla. Él era rudo, pero a ella le encantaba. A ella le encantaba la forma en que él la dominaba, La chica está muy caliente teniendo sexo hasta que finalmente la tiene acostada en la mesa y la saca y se le corre en su boca dejándole toda su cara llena de leche Mientras ella saborea su semen caliente.
