La forma tectónica de Pamela Ríos era un espectáculo digno de contemplar, una maravilla natural que dejó la polla de su hijastro palpitando de anticipación. Llevaba años deseando a su madrastra, soñando con el día en que pudiera tenerla entre sus brazos y entre sus piernas. La idea de sus tetas regordetas y jugosas y la forma en que su trasero se movía mientras caminaba fue suficiente para hacer que se corriera en sus pantalones.
Pero esta noche iba a salirse con la suya. Había esperado el momento perfecto, observando cada movimiento de ella, estudiando cada respiración. Y ahora, mientras ella yacía en la cama, él entró sigilosamente, con el corazón acelerado por la emoción.
Él susurró su nombre, su voz mezclada con deseo. Ella se agitó, pero no despertó. Se arrastró hacia ella, con su polla ya dura, y le acarició el pecho. Ella gimió suavemente y él supo que la tenía.
Él besó su cuello y su lengua recorrió la curva de su hombro. Ella jadeó y él supo que la tenía. Él la acercó y sus manos exploraron cada centímetro de su cuerpo. Ella gimió de nuevo y él supo que la tenía.
Deslizó su mano entre sus piernas y ella se estremeció. Él besó sus labios, su lengua se lanzó el seo sexual asta que ella esta muy caliente y el se le corre dentro de su coño.
