La Loba del Mar Necesita Un Trio Ardiente
0La escena está ambientada en un lujoso yate anclado en un lugar apartado del mar, lejos de cualquier otral fuga de civilización. La noche es cálida y la brisa marina acaricia suavemente la piel, mientras Syren de Mer se relaja en la cubierta. Su cuerpo, bronceado por el sol, resplandece bajo la luz de la luna llena. El agua cristalina apenas rompe contra el casco del barco, creando una melodía hipnótica que complementa el deseo que está a punto de explotar.
Sin embargo, esa tranquilidad se desvanece cuando una figura misteriosa se acerca a ella. Un desconocido, miembro de la típica clave; que se gana la vida navegando mares, con un aura de sensualidad que casi se podría tocar. Sí, un recorrido acorde con sus fantasías más desenfrenadas. Su presencia se manifiesta con un gemido final, impregnando un aroma masculino que vuelve loca a cualquier mujer deseosa de aventura.
Syren, consciente del acercamiento, se vuelve hacia él con una sonrisa pícara en sus labios carnosos. Sus ojos, brillantes de lujuria, lo recorren de arriba abajo, deteniéndose en cada detalle de su cuerpo. El misterioso hombre, viendo el ardor en sus ojos, se aproxima más, sintiendo la electricidad entre ambos. Sin más preámbulos, sus manos comienzan a explorar cada rincón del cuerpo de ella, desvelando anhelos ocultos que ahogan en gemidos.
La tensión erótica se eleva a niveles insoportables. Ambos cuerpos se entrelazan en un baile de pasiones desenfrenadas. El yate se convierte en su escenario privado, donde las olas parece que se detienen para no interrumpir su placer. La intensidad crece, los gemidos se hacen más fuertes y las respiraciones se tornan entrecortadas con sus constantes jadeos de placer. En ese momento, surge una tercera figura, que se une a la fiesta sexual sin importar escrúpulos, y los dos amantes comiencen a agasajarse con primor.
Con el momento cúlmen, el placer alcanza su pico más alto. Syren, entre gemidos desgarradores, siente la liberación que tanto anhelaba. Su cuerpo se estremece con fuerza y sus músculos se tensan en un éxtasis desenfrenado. El desconocido y su acompañante, sintiendo que su compañera de juego llegaba a la cima del éxtasis, susurran obscenidades subidas de tono y entre gemidos y miradas cómplices, también alcanzan el cenit de su placer.
En medio de un mar de gemidos y jadeos, los tres cuerpos se relajan, acotando un par de momentos álgidos. La escena termina con suspireninmism, respirando pesadamente y disfrutando de los vestigios del deseo cumplido, mientras el yate sigue meciendo suavemente entre las olas calladas.


