Llevaba un vestido azul en la cocina y, mientras se inclinaba para preparar los ingredientes para la cena, su trasero estaba a la vista. Sus curvas eran exquisitas y la forma en que su vestido abrazaba su cuerpo no dejaba nada a la imaginación. Él la miró desde atrás, su polla se endurecía con cada momento que pasaba.
Él se acercó detrás de ella y sus manos encontraron el camino hacia sus tetas. Los apretó suavemente, saboreando la sensación de su carne suave y flexible en sus manos. Ella gimió suavemente, sus caderas se balanceaban al ritmo de su toque.
Se inclinó y le susurró al oído: «Quiero follarte aquí y ahora».
Ella se volvió hacia él, sus ojos ardían de deseo. Ella asintió y él la levantó sobre el mostrador. Él le abrió las piernas y se inclinó, presionando sus labios contra los de ella. Sus lenguas bailaron juntas y él podía sentir su excitación creciendo con cada momento que pasaba.
Le subió el vestido y le pasó la cabeza, dejándola desnuda de cintura para arriba. Pasó las manos por sus senos, amasándolos suavemente. Ella gimió de nuevo y su cabeza cayó hacia atrás de placer.
Se inclinó y tomó su pezón con su boca, chupándolo suavemente. Ella gritó y sus manos encontraron el camino hacia su cabeza. Ella lo acercó más, instándolo a continuar.
Bajó por su cuerpo, besando su estómago hasta su coño. el la esparcio Al final de una gran follada él se le corre adentro de su coño y podemos ver como toda la leche sale caliente y chorrea por encima de su polla hasta sus huevos dejándolo lleno de leche.